lunes, 15 de marzo de 2010


No hay salida.

Había llegado el invierno con los primeros fríos y Pablo sabía que necesitaba un pantalón nuevo y un buen buzo, así que aprovechó la tarde soleada para salir de compras.
Iba caminando distraído por la avenida San Martín cuando empezaba a hacerse de noche y como ya había comprado su ropa decidió volver a su casa.
De repente al querer cruzare la avenida la vio allí, parada en la vereda de enfrente mirándolo fijo, como esperándolo.
A simple vista supo quien era ella y se imaginó el porqué estaba allí y del susto se le heló la sangre. Pensó que no podía ser, que estaba viendo visiones, porque ella no podía estar allí. Nunca se imaginó que podría llegar a encontrarla así, tan de repente y sin aviso.
Salió corriendo aterrorizado y tambaleándose porque le temblaban las piernas.
Corría a toda carrera cuando dio vuelta en la esquina como ciego, sin mirar. Así cruzo la calle sin ver el auto que venía bastante rápido.
El conductor al verlo de repente se quedó como paralizado y no pudo frenar a tiempo, entonces lo atropelló arrastrándolo por el cemento.
Pablo quedó recostado en el piso sangrando y dolorido. Apenas pudo mover la cabeza hacia un costado y entonces fue cuando la vio.
Lo había seguido.
Ella se acercó a él vestida de negro. En una mano le estaba mostrando un reloj de arena donde se veía que su hora se había agotado.
Luego extendió su otra huesuda mano y le pusó en la frente su largo dedo condenándolo a muerte.
Fue lo último que vio Pablo antes de dar su último suspiro y entonces se dio cuenta que frente a ella ya no hay salida.

Fin.

1 comentario:

  1. IM PRE SIO NAN TE, la verdad Naty, que esta genial, muy bueno, posta, seguí escribiendo así que es re descriptivo y en pocas palabras.

    ResponderEliminar